martes, 10 de abril de 2007

Joni y la fonola


Se llama Jonathan y le dicen Joni, como a su padre.
Su madre limpia cuartos en un hostal del centro de Copacabana, Bolivia.
Su padre se encarga de pasar turistas a la Isla del Sol, en unas lanchas que pertenecen a un hombre poderoso de Santa Cruz de la Sierra.
Joni tiene seis años y hace dos semanas que comenzó sus estudios primarios.
Sus escasos años no lo habían dejado conocer la pobreza y mucho menos la necesidad.
Sus escasos años y el turismo europeo, que ausentaba a sus padres hasta muy tarde en la noche y le mentía sobre sus necesidades.
Una noche fría de febrero jugaba a la pelota con sus amigos, algunos de ellos iban con el a la escuela y pasaban a ser compañeros, otra hermosa forma de catalogar a las amistades.
Mientras jugaba repartía su atención entre la pelota, blanda y gris, y dos muchachos que metían monedas en un televisor.
La madre de uno de los futbolistas grito desde la esquina que era la hora de comer.
Este grito decreto el fin del partido.
Joni, con sus pantalones azules y su buzo blanco con capucha, sabía que aun era temprano para comer, en su casa lo hacían a partir de las once de la noche.
Sin pensarlo, fue hacia esos dos muchachos que seguían poniéndole monedas al televisor.
Los muchachos reían y hacían comentarios acerca de los videos que pasaba una fonola que había llegado hace poquito al pueblo.
Los muchachos reían y el, sin saber porque, también.
Los muchachos metían monedas, una tras otra, y Joni se preguntaba como harían para recuperarlas.
Los muchachos estuvieron una hora y media ese día, y Joni los acompaño hipnotizado por el televisor.
Este era mejor que todos los televisores que había conocido.
El sonido y las imágenes que le entraban por los oídos y por los ojos le inflaban el corazón.
Esa noche los muchachos le preguntaron si le gustaba la música, el sin pensarlo movió la cabeza hacia arriba y hacia abajo sin quitarle atención al monitor.
El mas tarde yendo a su casa, con una moneda en la mano que le habían regalado estos divertidos muchachos, no podía encontrar una respuesta a esa pregunta.
Me gusta la música? que es la música?
Para el la música era otra cosa, lo vivido esa noche nunca lo había sentido.
Pateo una botella de plástico vacía y mastico su duda.
Llego a su casa y le pregunto a su padre si gustaba de la música, este cansado y con la piel curtida por el sol, le acomodo el buzo gastado, lo dio vuelta y le palmeo la cola empujándolo donde estaba su madre esperándolo para bañarlo.
Cuando su madre ya lo había desvestido y lo estaba enjabonando repitió su pregunta.
Su madre lo enjuago, lo envolvió con un toallon rojo y lo llevo a la mesa sin decir palabra.
Joni comió y se fue a la cama.
Esa noche Joni soñó, era la primera vez que lo recordaba.
Soñó con un hombre de pelo corto y una boca enorme que le hablaba, lo interrumpían dos martillos gigantes que destruían una ciudad mientras caminaban a pasos agigantados al mismo tiempo que un liquido naranja, que mucho tiempo después sabría que era lava, caía por una montaña destruyendo rocas enormes que lentamente se transformaban en personas que saltaban y agitaban sus cabezas como queriendo separarla de sus cuellos, luego los colores de la bandera de Bolivia, que recientemente conoció en la escuela, confundiéndose con un hombre negro , gigante, que sufría al cantar.
Al otro día temprano en la mañana fue a la escuela con ganas de despejar su enigma.
Su pregunta a la maestra genero una respuesta demasiado teórica que estuvo muy lejos de su comprensión, luego en los siguientes recreos les pregunto a sus compañeros que lo ignoraron, era recreo y ellos solo querían correr.
Su día siguió rutinariamente hasta las nueve de la noche.
Joni corrió al televisor deseando encontrar a estos dos muchachos que seguramente le aclararían que es la música?
Nunca llegaron, se quedo dos horas esperando y la gente que pasaba y ponían monedas reían ante su pregunta y evitaban formular una respuesta.
Esa noche, ya en la cama se volvió a preguntar que es la música?
Movió la cabeza hacia arriba y hacia abajo, esbozo una sonrisa y se dijo que la música lo hacia soñar.
A las tres de la mañana su madre se despertó sobresaltada, vio a Joni moviéndose de un lado al otro de la cama, se acerco y le acomodo la colcha que había caído al suelo y noto que Joni apretaba el puño derecho con excesiva fuerza.
La madre abrió sus dedos y encontró una moneda, al mismo tiempo que Joni despertaba.
- Que pasa hijo, tienes una pesadilla? - dijo la madre en un tono pausado y calido.
- No mami, estoy haciendo música - aseguro convencido Joni.
Se dio vuelta y siguió durmiendo.
O haciendo música.

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