miércoles, 16 de abril de 2008

martes, 15 de abril de 2008

Chancho Negro


Mi primer encuentro con el chancho fue agresivo, encaro hasta muy cerca mió, lo freno la cadena que sostenía María y logro sobresaltarme, ella a sus siete años ya no le tenia miedo, ya lo conocía, entonces se rió de mi.
Media unos noventa centímetros de alto y mas de un metro de largo, era negro, tenia el lomo lastimado y rodeado por moscas de color verdoso que se fundían en el rojo de su herida, su constante alerta era acompañada por un ruido insoportable y un olor nauseabundo.
Lo habían canjeado por una hembra y su misión aquí era procrear, comer y procrear.
Su viaje en camioneta fue largo y caluroso cuando lo trajeron desde un pueblo cercano, al bajar se movió a ciegas y nunca se quedo quieto aturdido por el vapor.
Antonia nos ordeno darle comida, agua y mojarlo un poco para calmarlo, aunque sea un minuto. Con la niña lo llevamos a unos metros de la casa, allí había una goma de tractor cortada al medio que le serviría de plato a la bestia, la niña comenzó a desgranar maíz, uno a uno caían en la goma, el chancho al escuchar ese ruido se lanzo de cabeza y comió haciendo ruidos nuevos para mi. María me pidió que trajera agua del tanque en un balde para calmar su sed, entonces la abandone mientras ella seguía paciente con el maíz.
Al volver, el chancho largaba espuma por la boca, según María por la sed, apure mi paso y eche el balde entero sobre el maíz sin importarme que el animal se asustara. Ni se movio, siguió comiendo al mismo tiempo que yo echaba agua, parecía morder el agua, siguió así un tiempo como si no tuviera fondo. Yo volví al tanque por más agua para intentar bañarlo y por fin dejarlo descansar. De regreso me encuentro con la goma vacía y seca, el chancho echado al costado con su hocico enterrado resoplaba y levantaba tierra por el aire, miro atento mi llegada y no se inmuto.
Muy lentamente vacié el balde sobre el lomo del animal y retrocedí, el agua formo un barrial que el chancho no tardo en usar. Se revolcó feliz disfrutando del barro, que no tardó mucho en tapar sus patas, su hocico y todo el resto del cuerpo, luego de dar mil vueltas sobre si, reposo al fin sobre su panza estirando sus extremidades.
Miraba agradecido y de tanto en tanto resoplaba satisfecho y masticaba restos de maíz detonados en su boca. María me hizo un gesto y nos fuimos dejándolo atado a un árbol. Caminamos unos metros y discutimos sobre la posibilidad de bañarnos en barro.

miércoles, 2 de abril de 2008

La Vaca Vuela


Domingo, amaneció muy frió hoy, ayer solo comimos turrón húmedo y caramelos, las raciones no nos están llegando, no podemos ir al pueblo a buscar comida como antes, estamos solos y no tenemos ordenes de movernos de acá, Domínguez insiste en matar la vaca que hace dos días encontró Chaco a metros de las trincheras, la vaca esta mas flaca que nosotros pero pensamos que no nos vendría mal el asadito.
Ayer hizo frió, no se cuantos grados, pero bajo cero seguro, tengo los pies congelados, el pozo donde estamos esta lleno de barro y agua que nos llega a los tobillos, mi panza no para de hacer ruidos largos, ahora son todos los que quieren matar a la vaca, no creo que se animen.
A lo lejos se escuchan detonaciones pero no se ve ningún movimiento, me da miedo tanta quietud, siento que algo va a pasar, algo que no va a ser bueno para ninguno de nosotros.
No paso nada en dos horas, ya salió el sol y de a poco nosotros salimos de nuestra fosa, estiramos las piernas y hacemos fuerza con los brazos hacia arriba con ganas de desmembrarnos. Gomez nos convence de que el día es hermoso.
Cesar nos dice que no aguanta mas el hambre, que va a matar a la vaca, pide ayuda y nadie responde, pide nuevamente y algunos amagan, solo Chaco acude convencido de que el destino le mando a la vaca.
Chaco dice que cualquier cosa que se haga con la vaca el tiene que ser el primero o participar de forma directa en la acción.
Cesar pregunta como matarla, todos coinciden en que la mejor forma es pegarle un tiro, Cesar apunta pero no gatilla, todos miran saboreando el futuro asado, Cesar apunta otra vez pero no gatilla nuevamente, le pasa el arma a Chaco, Domínguez le recuerda que la vaca es suya, que el destino se la puso en el camino y otras boludeces mas para animarlo a gatillar, Chaco intenta un par de veces pero se resigna, dice que no puede, dice que no la matara.
Nos quedamos en silencio unos minutos, esperamos en vano que alguno se haga cargo de sacrificar a la vaca, nadie se mueve, hay miedo, se nota en las caras.
Recuerdo mi casa, cierro los ojos y veo a mis viejos, veo la parrilla, veo el humo e imagino el olor a carne asada, me hace feliz esa imagen, una imagen a color luego de mucho tiempo.
Cesar interrumpe a los gritos, habla del campo minado, todos dicen que esta loco, que haría mucho ruido, pero Cesar nos refriega que es la única forma de matar a la vaca, nos grita explicando que somos todos cagones y el se incluye. Nadie lo discute, solo con las miradas nos ponemos de acuerdo en que él tiene razón.
Caminamos arriando la vaca hacia el campo minado, Chaco de vez en cuando le pega un tirón a la soga encaminando a la vaca que busca en todo momento escapar.
Llegamos al campo minado, y empezamos a gritar como locos tratando de asustar a la vaca para que de esta forma ella sola encuentre la mina que la hará volar a nuestros platos.
No tardo mucho en pisar una, Cesar y Domínguez ayudaron a Chaco a tirar de la soga arrastrando a la vaca hasta donde estábamos mirando sin decir palabra, ninguno olvidara ese momento. Gomez empezó la faena con un cuchillo, corto varios pedazos y nos dio uno a cada uno, dejamos abandonada media vaca y volvimos a nuestro refugio.
Enseguida armamos un fuego, y asamos a la vaca en poco tiempo, alguien se lamento de la falta de sal pero nadie le respondió, Chaco por un momento no quiso comer, pensaba y nos miraba, parecíamos bestias, comíamos con las manos riéndonos a carcajadas no sé muy bien de que, Chaco se persigno, le saco el cuchillo a Cesar, corto un trozo y empezó a comer tratando de encontrarle algún gusto a ese pedazo de carne.