martes, 3 de abril de 2007

Amor Palido

Caminaba pegado a la pared, parecía un ser de barro por lo húmedo que lo volvía la lluvia.
Sus pies pesaban toneladas y no podían dar grandes pasos, por esto, su andar era lento y errante.
Pensando en nada, se dejaba llevar, hacia ningún lado.
De pronto, escucho una voz.
Esa voz que alguna vez ilumino su corazón y escondió sus angustias.
-Esa es Marta - pensó en voz alta al mismo tiempo que sus ojos extendían su brillo.
Se miro las palmas de sus manos mojadas y noto las líneas de su destino mas profundas que de costumbre.
Se acomodo el saco marrón que daba una impresión de abandono por culpa de los bolsillos desechos y roídos por el uso persistente.
Tiro su pelo negro y empapado hacia atrás, al momento en que tomaba bocanadas de aire, como si estuviera a punto de sumergirse en el océano Atlántico.
Abrió sus ojos como buscando claridad y fue al encuentro de aquel sonido tan gratificante para su espíritu.
En el hall del edificio Marta dialogaba con el portero, un portero totalmente detestable, y se comprometía a no faltar esa misma tarde a la reunión de consorcio.
Ella en su figura fina y delgada, con su pelo marrón recogido y un paraguas gris que jugaba con su piloto negro, quería abandonar la charla, por eso solo emitía monosílabos para poder deshacerse de aquel personaje empalagoso.
Raúl llego a la puerta del edificio, miro a Marta de la cabeza a los pies, a medida que bajaba la mirada iba abriendo la boca como engendrando un grito eterno.
-Marta!!! - grito, exigiendo una respuesta sin haber hecho una pregunta.
-Chau chau...- se despedía Marta del portero insufrible.
-Mire que la del sexto hoy no viene a la reunión eh...- machacaba el portero insoportable.
-Marta!!! Por que...?- pregunto Raúl clavado frente al hall del edificio comenzando a lagrimear.
-Seguro...?- indago Marta mientras abría el paraguas.
-Si, creo que tiene un bautismo- dijo el fastidioso portero.
Raúl abrió los brazos y miro el cielo desarmándose en agua, cerro los ojos y volvió a preguntar.
-Marta!!! Por que me ignoras...?-
Marta logro zafar de el portero y salto los dos escalones que separaban el hall de la vereda.
Salto y atravesó a Raúl que la miraba fijo y trato en vano de abrazarla.
Marta sintió la sangre helada y soltó una carcajada diabólica.
Raúl sintió la sangre hirviendo y soltó un llanto desconsolado.
Marta cruzo la calle, paro un taxi y desapareció en el vehículo que acelero hasta perderse por el empedrado.
Raúl siguió con la vista a Marta, vio como subía al taxi y dudo sobre su destino, miro las baldosas rectangulares y las empezó a caminar cuidándose de no pisar ninguna que estuviera floja.
Silbando un tango, pensaba.
Pensaba en volver mañana.

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