jueves, 31 de mayo de 2007

El barrio

Este no es un barrio común.
Aparenta tranquilidad infinita, pero engaña, si fuera tranquilo, su paz molestaria.
De día todo parece normal, pero de noche, no hay forma posible de relajar la mirada.
La noche es el disfraz de muchos desalmados que se saben irrecuperables, perdidos sin un norte cercano, tristes personajes que el barrio comenzo a reunir sin darse cuenta, sombras inquietas buscando un ultimo lugar para morar, un espacio final.
El barrio austero, de a poco, perdio sus ultimos colores. Se sintio olvidado y se dejo ir sin resistencia.
Es uno de estos barrios en que a la noche la oscuridad invade las calles, veredas con pocos focos, agonizantes, solitarios, un lamento por cuadra; calles repletas de esos gatos tristes que maúllan lamentos y algún que otro perro en desgracia, que va..., sin importar donde.
Sus vecinos alimentan sus temores tras la persiana que otra vez oficiara de escudo, lo poco para ver es detonante de desgracias ejemplificadoras.
No lo saben, pero de a uno se van sumando a la fila, ellos no ven las largas colas que hay invadiendo la zona, ondulantes, ordenadas, impacientes y de a dos, esperando su turno para entregar su alma, el ultimo motivo por el cual sufrir.

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