miércoles, 22 de agosto de 2007

TaXi


El taxi, todo amarillo, doblo sin dudar, su conductor rojo apenas se inclino sin despegar sus manos del volante, al cruzar la puerta acelero firme, paso de la cocina al living, de la cerámica a la alfombra.
Una vez en ese territorio mullido de grandes hilos blancos, llevo su esfuerzo a lo máximo posible y no hubo forma de detener su viaje en dirección al balcón, una vez ahí choco de todas las maneras posibles con Elga, una tortuga que habitaba hace un año este balcón cada vez más pequeño para los dos, luego de intentar en vano enfurecerla metió marcha atrás, giro 180 grados y enfrento nuevamente a la alfombra con la idea de llegar a su cuarto sin rozar obstáculo alguno, el paso por la alfombra esta vez costo demasiado, varias veces el taxi permaneció quieto, inmóvil, sin respuesta.
En ese momento recibió una ayuda impensada, patada medida ponía en funcionamiento otra vez a la maquina, lo obligaba a terminar su travesía, con cierta dificultad olvido la alfombra y al esquivar la pata de la silla mecedora fallo el motor, hubo una ruidosa esperanza que enseguida se esfumo.
-Maaaaa!!!! se rompió otra vez.-
Sebastián esta desolado, surcos transparentes y húmedos recorren serpenteantes su cara.
La angustia por el juguete roto lo ha dejado extenuado.
Bosteza. Fuerza el llanto. Exige lagrimas.
- Son las pilas Sebi, dame un segundo y las cambio.- dice su madre al mismo momento que apaga el cigarrillo en una taza de té que no había terminado de tomar.
Su madre revisa la cartera, encuentra y va al auxilio.
Llega con un chupetín en una mano y las pilas en la otra, Sebi corre hasta ella para abrazarla.
Se detiene, su vista empañada no lo deja llegar a destino, refrega con fuerza su cara, se molesta al encontrar su rostro seco.
Su madre no comprende.
-¿Que pasa Sebi?
- Es que me estoy secando las lastimas.


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