miércoles, 29 de agosto de 2007

Perdida en la ciudad

La ciudad no es buen lugar para ella y lo siente así.
Su gente la abruma castigándola con miradas indiferentes, que ella rechaza con un tímido escudo redondo.
Su paisaje compacta varios edificios de tristes silencios, como montañas olvidadas que custodian su paso final.
Camina errática, buscando respuesta a su pregunta cruel, sabe que atravesar todo este delirio ígneo y arremolinado la arroja de lleno a la cercanía de una flor llena de urgencia. Flor de mínimos pétalos, roja de saber y de tallo grueso que esconde en su interior algo reservado solo para ella. Se adueña de una ultima oportunidad y teme quemarla. Lleva el peso de mil ojos en su espalda, se siente observada, sabe que se adueño de otra memoria, por eso huye, huye con desconfianza, con dolor, con angustias, huye segura.
Huye al sol, un sol desplazado de la tela, un sol que con todas sus fuerzas muerde la tela para no desaparecer, un sol que quiere ayudar, un sol que no la abandona, un sol que se va a los gritos.
En su mano mas transparente se tatuó una frase, "mirar atrás", ella impulsivamente observa esa mano y acata. No ve nada, no ve a nadie, se plantea lo útil de la huida, duda sin moderar el paso.
Sus piernas sienten el viaje e intentan frenar, un instante de reposo fugaz le da aire para seguir, en busca de su verdad, de su esencia, de su ser, no se quiere perder , odia la palabra perdida, se quiere hallar, anhela encuentros cromáticos, espera encontrar.

No hay comentarios: