jueves, 28 de junio de 2007

El lago

En el centro del barrio se encuentra situada la placita, esta plaza de día se muestra repleta de colores, sonidos y aromas. Pero de noche es otra la historia, los colores se pierden, los sonidos se transforman en ruidos y los aromas se vuelven olores que hacen arder la nariz. De noche la placita es de todos.
En una punta de la plaza esta el lago, este lago es el principal ingreso de dinero de uno de los vecinos.
Roque, al igual que su abuelo hace cien años, hace correr la voz de que la fuente cumple los deseos tan solo con arrojarle una moneda manteniendo los ojos cerrados. Su desvergüenza es tal que consiguió, de boca en boca, crear una tarifa mínima de un peso por deseo. Mucho, para algunas ambiciones.
Cualquiera confunde su destino con la efectividad de este polémico lago de los deseos, al caminar por los bordes del lago encontramos a personas totalmente derrotadas, poseedoras de vergüenzas imborrables, dueños de autenticas palabras negadoras que jamas terminan de retumbar en sus pabellones auditivos.
Hay testimonios que dan cuenta de una persona que noche tras noche se acercaba al lago a robar deseos, escondido tras los bancos que rodean el lago esperaba ansioso a cualquier humano derrumbado y desprevenido, escuchaba, reía, elegía, deseaba, robaba.
Al principio robo los deseos mas comunes, guita, mucha, toda; minas, todas, todas; números de quiniela, todos del 0 al 99; hoy en día se acerca nervioso e impaciente tratando de encontrar a cualquiera que desee algún amor eterno para caerle encima y robarle la ultima esperanza.
En la plaza también hay un mástil, este, solitario y sin bandera, fue testigo de millones de encuentros y desencuentros, muchos creyéndose seguros de sus actos han prometido amor eterno sentados en esas escaleras de mármol gastado por el paso del tiempo, muchos de estos no las han cumplido obligando a sus almas a flamear aferradas a la punta del mástil temerosas de desaparecer.
Los juegos de esta plaza lucen descoloridos y viejos, su arena helada y húmeda albergan a Ruben, un loco para algunos, un borracho para otros, una vergüenza para todos, las únicas palabras que balbucea son la primera estrofa de una canción interminable:
"Anquelicaaaa,
cuando te nombrooo,
me vuelven a la memoriaaa....."
Ruben sufre esta canción, la canta y su voz se pierde junto a un silbido en su pecho.
Jamas recordara como sigue ese verso, jamas recordara por que la canta y lo peor es que jamas recordara lo vivido con Angélica.

1 comentario:

Cedra dijo...

muy lindo clima el del lago. me gusto esta entrega.Me encanta la idea de los habitantes derrotados, el que ni siquera se atreve a desear y tiene que robar sueños ajenos.
los que niegan para no sufrir y de aquel que se acuerda una parte de una cancion y no se acuerda para quien es, pero la sigue cantando.